Cirugía de vesícula: técnicas y diagnóstico

vesicula

La extracción de la vesícula biliar es una de las cirugías más frecuentes, y la mayoría de las veces se realiza mediante laparoscopía, por lo que se la llama colecistectomía laparoscópica. A diferencia de la cirugía tradicional, que requiere una incisión de 5 a 7” (13 a 18 cm), la laparoscopía requiere cuatro pequeñas aperturas en el abdomen. El posoperatorio es prácticamente indoloro, y la recuperación es mucho más rápida, de modo que la mayoría de los pacientes puede regresar a sus hogares en el día, y retomar sus actividades normales al cabo de una semana aproximadamente si no realiza tareas que requieran exigencia física.

Vesícula biliar: qué es  por qué se opera

La vesícula biliar es un órgano en forma de pera ubicado abajo y a la derecha del hígado. Su función es la de recolectar bilis, un líquido digestivo producido por el hígado, para liberarla al intestino delgado después de comer, y ayudar así a la digestión. La bilis viaja a través de unos delgados tubos llamados vías biliares.

Los problemas de la vesícula biliar son usualmente causados por la presencia de cálculos, pequeñas piedras compuestas de colesterol y sales biliares que se forman en el interior de la vesícula.  Se desconoce la causa por la que algunas personas forman cálculos, y no hay forma de prevenirlos.

El cuadro puede complicarse si un cálculo se ubica en las vías biliares, obstruyendo la salida de la bilis. En este caso puede aparecer inflamación, dolor abdominal agudo, vómitos, indigestión, y eventualmente, fiebre.

Diagnóstico y tratamiento

El método más usado para detectar cálculos biliares es el ultrasonido (ecografía). Los cálculos no son expulsados por sí mismos, y si bien se pueden tratar temporalmente con medicamentos o dietas especiales que suspendan la absorción de grasas, a largo plazo la extracción quirúrgica es el método más seguro y exitoso.

La intervención quirúrgica se realiza bajo anestesia general, donde el cirujano ingresa al abdomen mediante una cánula, a través del ombligo. Ahí introduce un laparoscopio o telescopio fino, que está conectado a una cámara especial que proporciona imágenes magnificadas de los órganos internos del paciente. El médico los observa en un monitor, y a través de otras 3 pequeñas aberturas introduce cánulas auxiliares e instrumental para poder eliminar adherencias y extraer la vesícula.  Luego, las pequeñas incisiones son cerradas con uno o dos puntos de sutura o con cinta quirúrgica, donde no van a quedar cicatrices sino unas marcas imperceptibles.

Si bien la laparoscopía es un método muy ventajoso, puede no ser el más indicado en pacientes con cirugías previas abdominales, o con alguna condición clínica previa. En estos casos, el médico y el cirujano harán una evaluación para determinar cuál es el procedimiento más adecuado y seguro.

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